El Presupuesto 2018 aprobado en el Congreso le otorga $ 3.435 millones, casi 800 millones menos que en 2017. Esa cifra no alcanza para pagar sueldos y jubilaciones, que el año pasado demandaron poco más de $ 3.800 millones.
La Cuenca Carbonífera vive momentos de fuerte zozobra social, no sólo por la pérdida de fuentes de trabajo sino también por el impacto económico en ambas localidades que provocará la fuerte reducción de la planta de personal que encaró Yacimientos Carboníferos Río Turbio.
Si bien el interventor, Omar Zeidán, afirmó que en principio se reduciría en un 35% los cargos de conducción, los casi 500 telegramas que se terminaron de enviar entre el lunes y ayer, apuntan a parte de esos cargos, pero también tocan a algunos operarios de base.
Sin producción sustentable de carbón, la realidad es que YCRT es una empresa totalmente subsidiada por el Gobierno Nacional y, en tiempos de ajustes, ese es un problema.
Pero desde la empresa afirmaron que aún produciendo en su plenitud, generando todo el carbón que la termousina eléctrica necesitaría para funcionar al máximo, la ecuación económica tampoco cerraría en el esquema actual que tiene el yacimiento.
“Si la termousina estuviera a pleno, la generación de energía de la misma, con el carbón del yacimiento, generaría ingresos a la empresa por entre 90 y 100 millones de dólares al año, y hoy la necesidad de funcionamiento de la empresa para sostener la estructura actual y un plan de inversiones básico, requiere entre 200 y 250 millones de dólares al año”, explicó Francisco Roldán, integrante del “Comité operativo” de YCRT.
Un límite presupuestario
En el Presupuesto 2018, el Gobierno Nacional redujo el flujo de dinero que estima enviar a YCRT, pasando de un total de 4.216 millones de pesos a 3.435 millones. Esto dejó a la empresa en la necesidad absoluta de replantear su funcionamiento para poder operar de manera sostenible. De esta forma, la estimación que se hace es que se requiere una readecuación aproximada de unos 1.000 millones de pesos.
Es que en la actualidad entre la partida destinada a personal y las jubilaciones, se supera el presupuesto total asignado, sin contar funcionamiento y mucho menos inversiones, afirman desde la minera.
De esta forma, “si no se hacen los cambios estructurales necesarios, en septiembre nos quedamos sin Presupuesto”, afirmó Roldán.
La demanda de los sindicatos y de toda la clase política de la Cuenca, acompañada por el Gobierno Provincial, es que el achique no se haga a través de los trabajadores, pero eso aparece como poco probable, si la totalidad de ingresos corrientes no alcanza para cubrir la partida salarial estimada para este año.
Sin que nadie saliera a desmentirlo, la Intervención asegura que uno de los problemas que se presentan es que, siendo una empresa productiva, donde el 70% del personal debería ser del sector operativo y sólo el 30% del área denominada “servicios”, esa ecuación hoy es de 50 y 50 y, lo que es peor, “la relación entre los cargos jerárquicos y el personal de base es 4 a 1”, o sea “hay más jefes o que cobran como si lo fueran, que operarios”.
También remarcan otra disparidad e injusticia que se terminó dando en el entramado de los cuatro convenios colectivos de trabajo que conviven dentro de YCRT, el trabajador de interior de mina, “en la práctica, el trabajador de mina es el que menos gana”, ya que los que están en superficie, por diferentes razones, terminan cobrando mucho más.
Programa de reducción
Recibidos los primeros 215 telegramas no aparecía en primera instancia un criterio uniforme para la selección de aquellos que, lamentablemente, eran informados de la pérdida de su fuente laboral. Afirman desde YCRT que sí lo hay. “Una parte de los que recibieron los telegramas son del grupo de aquellos que cobraban como si fueran jerárquicos, pero que en la práctica no lo son”, y el otro “es el cumplimiento laboral”, es decir “se cuantificó para la selección el nivel de ausencia laboral real (justificada o no) que tenía ese trabajador”.
Días atrás en declaraciones a LU12 Radio Río Gallegos, Omar Zeidán dio a entender que el personal “que no se necesita” estaba entre 1.400 y 1.500 personas, apuntando que de 2011 a 2015 se duplicó el plantel de personal. Sin embargo, las cesantías suman casi 500 “y no habrá más”, afirmaron.
¿Cuál es el número real, entonces? es la pregunta obligada. La explicación desde la empresa es que, logrando bajar ese 18,5% de la dotación de personal (sin descontar los telegramas, hoy son 2.700), y logrando la mentada adenda a los convenios colectivos de trabajo, “se puede garantizar la operatividad de la empresa por los siguientes años”.
En ese punto señalan que desde la conducción se decidió bajar de 4 gerencias a 3, pero sólo hay 2 designadas, en tanto que las subgerencias fueron reducidas de 11 a 8, cargos que ostentan todos, también, un elevado haber, aunque no se ha hablado de que puedan “bajar” dichos sueldos. Sin contar que en la plantilla salarial los cargos jerárquicos que se pagan superan en cuatro veces ese número, porque quienes dejaron su función siguen cobrando como si la ejercieran. “Y eso es algo que se busca corregir” afirman desde YCRT en defensa del achique.
A su vez, también destacan la importancia de la reactivación de la explotación de carbón en escala, y ponen de ejemplo el acuerdo de venta a Chile de casi 400 mil toneladas anuales (a razón de 30 mil mensuales), que les permitirían ingresos genuinos y propios de unos 21 millones de dólares. “No soluciona para nada la ecuación económica actual, pero al menos permite reactivar toda la operatoria productiva, y eso es muy importante”, destacan.
¿Retiro por despido?
A modo de defensa, desde YCRT aseguran que esperan que la totalidad de los telegramas emitidos como despidos, se reconviertan en “retiros voluntarios”. Para el caso de que le toque a un operario de base, que gana a lo mejor unos 30 mil pesos, “podría estar llevándose entre 1 y 1,2 millones de pesos y el fuerte compromiso de buscarle empleo en las represas, que incluso le represente un mejor salario”, señalan.
Pero esa “promesa” es en realidad una aspiración que tiene la Intervención. Si bien es cierto que hay contactos reales entre las autoridades de YCRT y la UTE Represas Patagonia, que este año sumará a unas mil personas más a su plantel, ésta para hacerlo se nutrirá de varias fuentes para cumplir con esa demanda, y sólo una de ellas será la minera, las otras provienen de las bolsas de trabajo de los Municipios cercanos, la del gremio UOCRA y la propia, de la gente que ha ido acercando currículum a su oficina laboral o a la página web de la UTE.
La Cuenca ya vivió en la época de los 90, al igual que toda Santa Cruz, el impacto de programas de retiros voluntarios, tanto en la empresa como en el Estado Provincial, y los resultados, salvo para unos pocos, no fueron satisfactorios. Y por eso llama la atención la torpeza con la que se pretende llevar adelante esta reducción.
Implementar un programa de Retiro Voluntario, aunque sea ventajoso para quien accede a él, sin haber establecido un esquema de contención previo para que aquellas personas accedan a herramientas y alternativas para “invertir” de forma adecuada su indemnización, es peligroso.
El dinero se termina algún día y la zozobra rodea a ese trabajador si no logró reinsertarse laboralmente. Y esa es una de las grandes fallas que tiene esta iniciativa que, si bien tiene ventajas económicas a la hora de los números comparado con un eventual despido, no otorga un sendero de convertibilidad para que, incluso, ese flujo de dinero que se volcaría entre los centenares de retirados, pueda transformarse en una reactivación económica en la propia Cuenca Carbonífera.
LOA