Por Víctor Amigorena
¿Flexibilización laboral o acuerdo de productividad? Según desde el punto de vista de donde se lo mire pueden ser cualquiera de las dos opciones para muchos. La realidad es que la industria necesitaba tarde o temprano llegar a un acuerdo de las características de lo firmado. Lograr una industria sustentable ya no era una opción, sino una necesidad.
Varias voces se han escuchado en las últimas horas sobre este tema. Pero hay que mirarlo más allá de los puntos en particular que han quedado plasmados, hay que mirar el acuerdo en un contexto general y apuntando al futuro. La cuenca del golfo San Jorge no es Vaca Muerta, es una cuenca convencional que hoy debe sobrevivir con precios internacionales que no son para nada favorables. Lo mínimo que necesita la industria hoy es un piso de 55 dólares por barril. Esta semana apenas rozó los 50 dólares. Y una forma de sobrevivir es preservando las fuentes laborales y las inversiones. Y así lo han entendido los gremios que formaron parte de una larga serie de reuniones desde hace poco más de dos años.
Bajo este panorama, el objetivo principal es preservar las fuentes laborales. Ya está la negativa del Gobierno Nacional, a través del ministerio de Energía que conduce Juan José Aranguren, hacia el pedido de un precio diferenciado de petróleo y gas.
Si se observa de esta manera, no se trata de un mal negocio ni hay nada que reprocharle a los gremios. Alguna voz puede indicar que se han perdido logros, que se retrocede en lo obtenido en los últimos años. Pero en este caso un paso hacia atrás significa que es preferible escuchar algún reclamo pero con la seguridad de mantener el trabajo. Quedarse parado en la postura de “no entregar nada” podría haber significado perder muchos más puestos laborales. Y si esto sucedía el impacto hacia la economía de la región podría ser más profundo y negativo de lo que es en la actualidad.
Nadie puede negar que la industria estaba sobredimensionada, producto de las presiones sindicales para el ingreso de gente y de la pasividad de las empresas en momentos de vacas gordas, donde resignar un poco de dinero no significaba una gran pérdida económica ante un precio internacional que promediaba en general entre los 70 y 80 dólares.
Esa desmesura se comenzó a pagar con las reglas del mercado internacional. Muchos fueron despedidos, otros jubilados y otros tantos aceptaron el retiro voluntario. Se habla en la cuenca de alrededor de 3500 trabajadores menos. Y aún así los propios dirigentes admiten que hay sobrante de personal.
Para tener una idea sobre lo que significa la actualidad de la industria solo hay que mirar un simple número: de los 70 equipos que operaban en la cuenca en Chubut, en la actualidad, con los comprometidos a subir por las operadoras, no se llega a 20. Con 50 equipos menos, aún se preservan muchos puestos laborales.
Pero no es lo único que buscó este acuerdo. La productividad es uno de los factores más importantes. Si se hace un seguimiento en los últimos 20 años, la misma ha ido decreciendo, y ocurre algo ilógico: más gente pero menos productividad. Cuando en realidad debería, al menos, haber un crecimiento proporcional.
Este planteo no es nuevo. Las operadoras comenzaron a trabajar en esto desde hace unos tres años. Apuntando a mejorar, apuntando a esa industria sustentable.
Si los objetivos se cumplen tal cual han quedado expresados, los puestos laborales no correrían riesgos, e incluso podrían ser la muestra necesaria para que las inversiones también lleguen a un yacimiento convencional como este.
En definitiva: se mantienen los puestos laborales, se mantienen y se suben algunos equipos más y hasta existe la posibilidad de nuevas inversiones. Esa es la mirada global y a futuro.
José Llugdar –secretario general del gremio Jerárquico- advirtió sobre esto hace poco más de un año, señalando el camino. Este medio informó sobre los primeros despidos en septiembre del 2015 que se dieron en el ámbito de Tecpetrol. Algunos funcionarios de ese entonces salieron a desmentir esa información, queriendo tapar lo que comenzaba a estar a la vista de todos.
Por eso es valorable este sinceramiento pensando en el bien común. Para sostener un trabajo hay que trabajar. La sinceridad permite avanzar. El problema se inicia cuando no existe la valentía de admitir lo que sucede.
Lograr el acuerdo es el resultado del trabajo en conjunto. El contexto así lo indica y es el paso que había que dar. El mercado internacional, los vaivenes económicos, tal vez marquen otro camino en el futuro. Hoy es el que había que tomar.