(Depetroleo-Gonzalo Díaz). Vladimir Vladimirovich Putin, de 65 años, actual presidente de la Federación Rusa, ganó nuevamente las elecciones en su país, por un margen aproximado de más del 70% del total de votos, según el boca de urna.
Putin, cuyo nombre traducido del ruso al español significa 'camino', había ejercido la presidencia de su país en dos cargos consecutivos (2000-2004 y 2004-2008), tomando el puesto de Primer Ministro (2008-2012), para resultar electo presidente por tercera vez (2012-2018).
Las definiciones en materia geopolítica, a partir del apabullante triunfo del 'Zar Ruso', son varias; la primera, los beneficios que implicaría el acercamiento a del Kremlin a Latinoamérica, para poder continuar y reforzar los proyectos estratégicos en materia energética y financiera, especialmente con el impulso económico que significa para Venezuela.
Además el determinante espacio que ocupa Rusia en el bloque BRICS, integrado además por Brasil, India, China y Sudáfrica, donde conforman, a su vez, un lugar cada vez más preponderante en la configuración económica mundial.
Un capítulo aparte merece el análisis del espacio que ha sabido ganar Putin dentro de OPEP. Cuyo rol resultó, resulta y resultará de suma importancia, a la hora de ser el principal factor de apoyo político y estratégico donde el cartel apuntala sus decisiones, a punto tal de que lograron, en forma simultánea y conjunta, contener la oferta mundial de crudo y apuntalar los precios del barril.
La alianza OPEP-Rusia, en última instancia, es también un aspecto que refleja la política exterior del Kremlin diseñada para enfrentar la influencia de Washington en el mundo. Una estrategia geopolítica, orquesta por Putin, que no sería posible sin el apoyo de su renovado arsenal militar, y su vastos recursos naturales, al tiempo de haber combinado una hábil estratagema diplomática, de inteligencia y económica.
"Putin es el nuevo zar de la energía", señaló a modo de confesión recientemente Helima Croft, ex analista de la CIA en materia financiera.
Para tener una magnitud del fenomenal embarco que significó el ingreso de Rusia en la OPEP, alcanzaría sólo con mencionar que, se dio en momentos en que el exceso de oferta global inundaba los depósitos de crudo, al punto tal de que el barril rondaba los 20 dólares. Sólo alguien con el firme liderazgo y visión estratégica de Putin, podría haber tomado la decisión de aliarse a OPEP en su peor momento, y más teniendo en cuenta las tensiones existentes entre algunas compañías petroleras, como por ejemplo Lukoil, que desafía abiertamente la decisión de Putin, de adherirse al recorte de producción pactado con OPEP, aduciendo escaso margen de rentabilidad.
No es un detalle menor, y no debemos pasar por alto, el hecho de que Gazprom se convirtió en 2017 en la mayor compañía energética del mundo, desplazando a ExxonMobil de ese lugar de privilegio que ocupó desde 2004.
Como desafío a futuro, y cual tablero de ajedrez geopolítico mundial, y ubicando siempre a Rusia como una nación euroasiatica, donde Putin tendrá pendientes la reafirmación asentarse definitivamente en Medio Oriente en función de crear un equilibrio militar con las fuerzas de ISIS en Siria, apoyar a Irán en su programa nuclear, estrechar aún más sus relaciones con Arabia Saudí hasta convertirse en su principal aliado geopolítico y hasta disputar abiertamente la influencia de Estados Unidos en esa región; la continuación o no se su alianza con OPEP, donde está en juego mucho más que los recortes de producción de crudo; continúar con su política expansionista militar en el Ártico, a fin de controlar las abundantes reservas de hidrocarburos en esa zona (algunos analistas comentan que, allí se encuentran las reservas más grandes de gas del planeta), y también un hecho que contribuirá a desbancar definitivamente su dependencia al dólar (petrodólares), diseñar, implementar y aplicar de forma eficiente una arquitectura económica y financiera para comerciar sus amplios recursos naturales (petróleo y gas) en rublos, tal como próximamente lo hará la República Popular de China imponiendo sus petroyuanes en el mercado internacional. China, el aliado más íntimo de Rusia.