(EFE).- La empresa energética estadounidense Chesapeake Energy, impulsora de la polémica técnica de extracción conocida como "fracturación hidráulica" o "fracking", se acogió este domingo a la ley de bancarrota, acuciada por la deuda años después de coronarse como la segunda mayor productora de gas de EE.UU.
Chesapeake, con sede en Oklahoma, acudió a un tribunal de bancarrotas de Texas y se comprometió a hacer una restructuración para sanear sus cuentas y "salir" del proceso "como una empresa más fuerte y competitiva", lo que pasa por eliminar 7.000 de los casi 9.000 millones de dólares que acumula en deuda, de acuerdo a un comunicado de la firma.
La energética fue fundada en 1989 por el fallecido magnate Aubrey McClendon, uno de los grandes protagonistas del despegue en EE.UU. del negocio del "fracking", que consiste en inyectar agua, arena y compuestos químicos a gran presión para causar fracturas en la roca y liberar así el gas natural y el petróleo que yace en ellos, con gran impacto ambiental.
En torno a 2008, esta firma era la segunda mayor productora estadounidense de gas y tenía vastos terrenos equivalentes al estado de West Virginia, pero su rápida expansión de negocios, que sobrecargó la demanda, se vio golpeada por la crisis financiera y por la competencia de rivales energéticas que se dedicaban al lucrativo esquisto.
Tras la muerte por accidente en 2013 de McClendon, que había sido imputado por supuestamente infringir normas antimonopolio, el ejecutivo Doug Lawler tomó las riendas de Chesapeake y en los últimos años intentó reducir la ingente deuda a través de recortes y ventas de activos, hasta que llegó la pandemia de COVID-19.
Chesapeake, que continuará operando con normalidad durante el proceso de bancarrota, tiene un valor de mercado de 116 millones de dólares después de haber perdido prácticamente el 93 % desde el comienzo del año, pero en su mejor momento alcanzó más de 37.000 millones de dólares de capitalización.