(Depetroleo-Gonzalo Díaz). La humanidad hizo esa pregunta hace unos 50 años, cuando la amenaza de "hambre energético" parecía bastante real, y este tema se discutió acaloradamente en los foros especializados, páginas de los principales periódicos y medios mundiales. Entonces, de alguna manera, todos olvidaron que durante miles de años, todas las civilizaciones más antiguas con el patrimonio cultural más rico se desarrollaron, florecieron y murieron, sin saber en absoluto qué es el petróleo. Afortunadamente, el déficit global nunca sucedió. Para 2014, comenzó a producirse tanto petróleo y gas en la Tierra que su precio cayó casi tres veces en unos pocos meses y no se ha recuperado hasta el día de hoy. En el contexto de tal caída, surge naturalmente la pregunta de cuál será el precio mínimo que mantendrá la industria rusa del petróleo y el gas. Las estimaciones del costo por barril oscilaron entre u$s 3 y u$s 20 o más.
Está claro que en todos estos casos los totales serían diferentes. Los analistas y expertos del mercado aseguraron que las compañías resistirán la caída de los precios mundiales del petróleo a u$s 25/30 por barril.
Cuando, hasta 2014, los precios del petróleo durante tres años estuvieron en el rango de u$s 110/120 por barril, los inversores estaban dispuestos a entrar en nuevos proyectos, ya que este precio con un margen cubría posibles riesgos. Con el nivel de precios actual y el superávit relativo de petróleo y gas en el mercado mundial, aunque sea temporal, los inversores no corren el riesgo de invertir en la exploración y el desarrollo de nuevos campos petroleros. Para la mayoría de ellos, solo puede tratarse de áreas individuales cerca de áreas mineras con infraestructura desarrollada.
Uno de los factores que desencadenó una caída en los precios del petróleo en el mundo en 2014 fue la revolución del esquisto de Estados Unidos. Como un importador de hidrocarburos más grande relativamente reciente en el mundo, Estados Unidos está ahora en primer lugar en el mundo en producción de gas y petróleo, tratando de suplantar a los exportadores tradicionales representados por Rusia, Arabia Saudita y otros. Además, los nuevos depósitos de hidrocarburos que todavía se están descubriendo en todo el mundo no dejan espacio para una nueva escasez mundial de petróleo y gas, al menos en el futuro previsible.
Dos nuevos factores están marcando la pauta para la nueva tendencia energética: por un lado, el Convenio de París sobre la limitación de las emisiones de CO2 en la atmósfera, y por otro lado, la competencia entre combustibles entre carbón, petróleo, gas, biocombustibles, que crece cada año.
Las reservas abiertas de carbón en el planeta son enormes, de no ser por los crecientes problemas ambientales, sus reservas serían suficientes para muchas más generaciones. Sin embargo, ¿hay algo más que frene el consumo de carbón además de la ecología? Sí, y este factor es casi el principal. El hecho es que un auge del carbón estalló en el planeta en el siglo XIX, cuando apareció una nueva estructura tecnológica y se estaba desarrollando activamente, basada en la máquina de vapor inventada. El rápido desarrollo en el mundo de la industria, los ferrocarriles y luego el transporte a vapor hicieron del carbón un combustible indispensable, así como una materia prima para la producción de hierro y acero. Con el advenimiento del motor de combustión interna en el siglo XX, que reemplazó al motor de vapor, el consumo de carbón comenzó a disminuir.
No hay duda de que el petróleo y el gas de hoy son las principales fuentes de energía, y esta situación continuará, al menos en el futuro cercano. Pero, por otro lado, también es indiscutible que el negocio del petróleo y el gas nunca será una fuente de ganancias excesivas, y no es razonable contar con importantes ingresos presupuestarios. En el futuro, vale la pena contar con su rentabilidad promedio normal, comparable con la industria en su conjunto, y sólo se demandarán aquellos proyectos que permitan producir hidrocarburos a bajo costo. Es muy probable que algunos ya descubiertos depósitos de petróleo y gas en áreas remotas del mundo permanezcan sin reclamar, ya que muchos depósitos de carbón con minas cerradas o sin gas no tienen demanda hoy en día. Pero hace solo unas décadas parecía impensable.