La falta de torres de perforación más potentes, sets de fracturas y equipos específicos amenaza con ser un cuello de botella para el desarrollo de los no convencionales. La escasa oferta además encarece el alquiler del equipamiento para la industria del upstream en la Argentina.
Cuando se piensa en el desarrollo de Vaca Muerta hay múltiples miradas. Por fuera de la tribuna del optimismo, las imágenes que llegan suelen ser desalentadoras. Sobre todo porque las comparaciones siempre terminan mirando a la Meca del shale: Estados Unidos. Es como comparar un F1 contra un Ford del TC Neuquino. Cuando en la Cuenca Neuquina las perforaciones horizontales apenas superan las 200 unidades, los campos norteamericanos anotan unas 80.000.
Avanzar hacia una escala masiva de los no convencionales argentinos, que quizá jamás tengan la dimensión del gigante estadounidense, necesita de la resolución de una ecuación con múltiples variables: precios, infraestructura, condiciones de inversión, tecnología, logística y mayor productividad, entre otros tantos aspectos de un largo listado específico.
Sin embargo Vaca Muerta guarda al menos dos ventajas sustanciales. La primera es que sus recursos son iguales o superiores a los de las mejores formaciones de Estados Unidos. Lo segundo es que los desarrollos norteamericanos sirvieron para conseguir avances tecnológico que pueden importarse al país y así evitar una extendida curva de aprendizaje.
En este punto puede anotarse uno de los cuellos de botellas para el desarrollo de la formación no convencional neuquina: los fierros.
Falta de todo
De acuerdo a un detalle que realizó un alto ejecutivo de una de las principales operadoras, la disponibilidad de equipos actual en el país es limitada. Según comentó, en Argentina sólo hay nueve sets de fractura y si, como es usual en las áreas no convencionales, cada uno realiza tres fracturas por día, el parque disponible total permitiría completar un pozo diario: es decir 365 pozos horizontales al año. Un total alcanzable, para perforaciones de 2.000 metros y 27 etapas de fractura, en un plano hipotético en el que no haya interrupciones ni imprevistos.
Algo similar ocurre con los equipos de perforación que pueden soportar las perforaciones modelo de Vaca Muerta (2.000 metros de rama lateral). Sólo hay disponibles ocho torres en todo el país y sólo dos de ellas permitirían perforar hasta los 3.000 metros, algo que ya ensayan al menos dos operadoras.
Incluso para los nuevos pozos, de tres kilómetros horizontales, se necesitan cabezales de al menos 15.000 PSI, de los que hay uno sólo el territorio nacional. Lo mismo ocurre con los equipos de Coiled Tubing para esas perforaciones extralargas: existe uno solo en disponibilidad.
Hace algunas semanas atrás el vicepresidente Ejecutivo de Upstream de YPF, Pablo Bizzotto, reconoció esta situación y detalló que sólo los desarrollos de la petrolera nacional en los no convencionales neuquinos (representan casi el 90%) obligó a las empresas internacionales de servicios a realizar inversiones por más de 2.800 millones de dólares para equiparse.
Buscan acercarse a la línea de despegue
Si los pronósticos de producción que se esperan para 2019 se cumplen, el desembarco de nuevas inversiones multiplicará la actividad que se registró en los últimos cuatro años. Esto servirá para ampliar el parque actual de equipos y permitirá mejorar los costos de los alquileres, debido a la mayor disponibilidad, algo que hoy representa cerca del 50% del costo de las perforaciones.(D.Madryn)