De acuerdo a la información que brinda BBC News el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró el estado de emergencia después de que se derramaran 20.000 toneladas de diésel en un río en el Círculo Polar Ártico.
El derrame ocurrió cuando un tanque de combustible en una planta de energía cerca de la ciudad siberiana de Norilsk colapsó el viernes pasado.
El director de la central eléctrica, Vyacheslav Starostin, fue detenido y permanecerá en custodia policial hasta el 31 de julio, pero aún no fue acusado.
La planta es propiedad de una subsidiaria de Norilsk Nickel, que es el principal productor mundial de níquel y paladio.
El Comité de Investigación de Rusia (SK) abrió un caso penal por la contaminación y la presunta negligencia, ya que, según los informes, hubo un retraso de dos días en informar a las autoridades de Moscú sobre el derrame.
Se cree que el hundimiento del suelo debajo de los tanques de almacenamiento de combustible causó el derrame. El permafrost ártico se derritió en un clima excepcionalmente cálido para esta época del año.
Enojo oficial
El gobierno ruso expresó indignación después de descubrir que los funcionarios se enteraron del incidente el domingo.
El ministro ruso de Emergencias, Yevgeny Zinichev, le dijo a Putin que la planta de Norilsk había pasado dos días tratando de contener el derrame antes de alertar a las autoridades.
En una videoconferencia televisada el miércoles, Putin criticó al director de la compañía por su accionar.
"¿Por qué las agencias gubernamentales solo se enteraron de esto dos días después del hecho?", le preguntó al jefe de la filial, Sergei Lipin.
"¿Vamos a enterarnos de situaciones de emergencia por las redes sociales?", añadió.
El gobernador de la región, Alexander Uss, le había dicho al presidente Putin que se dio cuenta del derrame de petróleo el domingo después de que "apareciera información alarmante en las redes sociales".
El derrame ha contaminado un área de 350 kilómetros cuadrados, informan los medios estatales.
El incidente provocó fuertes advertencias de grupos ambientalistas, que dicen que la escala del derrame y la geografía del río suponen que será difícil de limpiar.
Greenpeace lo ha comparado con el desastre de 1989 de Exxon Valdez en Alaska.
Oleg Mitvol, ex jefe adjunto del organismo de control ambiental de Rusia, Rosprirodnadzor, dijo que "nunca hubo un accidente de este tipo en la zona del Ártico".
Calculó que la limpieza podría costar 100.000 millones de rublos (US$1.500 millones) y tomar entre 5 y 10 años.
En 2016, admitió que un accidente en una de sus plantas fue responsable de teñir de rojo un río cercano.