El avistaje aconteció a eso de la 1 de la mañana del pasado lunes entre las baterías 4 y 17 en una noche estrellada, con los equipos parados y solo el sonido de alguna bomba a lo lejos.
“Venía lo que parecía una luz guía a la que seguían como ocho más, aparecieron las luces y no se escuchaba nada, volaban como sigilosamente y no muy rápido, hasta que se encontraron con el cañadón y con las luces de los equipos; todo duró muy pocos segundos, no tengo noción del tiempo, pero fue menos de un minuto, seguro” señala el trabajador petrolero.
“Me costaba creerlo, no quise decirle nada a mis amigos hasta bajar las fotos en la computadora”
Al momento de comunicarse con este diario, Germán Orellana aún permanece en el yacimiento ya que trabaja full time cada 14 días y recién el próximo martes 5 de septiembre podrá bajar a la ciudad para contar a sus amistades de su experiencia y reflexionar la vivencia.
Tras descargar las fotografías, un amigo las copió y luego las envió a otro cercano a Crónica, de allí el contacto. Ahora, parte del relato de Germán:
“Estábamos en el trailler con mi compañero y habían parte de los dos equipos adentro recibiendo directivas uno del otro y de pronto veo en mi celular que tenía dos llamadas perdidas de mi papá, y por la hora que era, me preocupé. Como no tenemos señal en el Cañadón, para poder tenerla subimos a un cerro y estaba hablando con mi viejo cuando primero vi dos luces que aparecían y desaparecían por entre el cerro del cañadón y no le di importancia; pero de pronto empezaron a aparecer más luces que dejaban como un anillo rojizo o algo así, no sé muy bien explicarlo; trepaban y bajaban como suspendidas, no volaban muy rápido, era como que se acercaban sigilosamente; ahí les presté atención, eran como nueve cosas que volaban y una que iba adelante era la que las guiaba. Venían volando parejito y cuando estaban a unos 100 o 200 metros del equipo, al menos esa distancia me pareció, hicieron una especie de S o diagonal para no chocar al paredón, o se sorprendieron por el equipo, no sabría explicarlo mucho” cuenta Germán, y agrega que el silencio de la noche con el ruido de alguna bomba a lo lejos persistía y que incluso en una de sus fotografías se ve la luna. Y es que, justamente, tenía la cámara del celular preparada para tirar fotos en repetición ya que así la utilizan en los equipos.
“Ni se me ocurrió ni tuve tiempo tampoco, solo tiré para sacar una foto de lo que estaba viendo y la cámara gatilló varias veces” expresó.
“No quise contarle a nadie hasta no estar seguro”
Cuando las ‘naves’ desconocidas desaparecieron en dirección noroeste -como yendo hacia Sarmiento- “me sentía muy raro, estaba contento y asustado a la vez, tenía unas sensaciones que no podría explicar. Estuve como quince minutos en el lugar, me fumé dos cigarrillos y luego bajé el cerro pensando; llegué al trailler y no quise contarle nada ni a mi compañero ni a los demás que se encontraban ahí, solo quería saber qué cosas quedaron captadas de lo que yo había visto. Cuando las bajé a la computadora y vi algunas, recién me animé a contarles a todos, fue algo único”.
Esto ocurrió hace apenas algunas horas, madrugada del lunes 28, Germán no durmió, esperó que amanezca y una vez con el cielo aclarado, subió de nuevo al cerro y sacó un par más de fotografías. Solo se veían equipos, trailler y vehículos petroleros en medio del cañadón, y el cielo casi limpio, solo con algunas nubes que sobrevolaban el lugar.(Crónica)