Hoy 3 de junio YPF cumple 98 años. Su historia y sus vaivenes políticos los conocemos y los hemos sufrido y disfrutado como protagonistas directos según fueron pasando los años en la ciudad y el país.
Su marca imborrable permanece en muchos hogares entre anécdotas y fotos.
Hoy salimos en busca de pequeños objetos, breves porciones de YPF que sobreviven y ayudan a reconstruir la historia del petróleo a través de sus trabajadores y la vida cotidiana
Como dice Joan Manuel Serrat:
"Uno se cree
Que las mató
El tiempo y la ausencia
Pero su tren
Vendió boleto
De ida y vuelta
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón
En un papel
O en un cajón".
Aquellas pequeñas cosas ypefianas que atesoramos en nuestras casas.
Este azulejo que nos comparte Fabian Pereyra es un regalo que recibió con emoción hace unos meses. Los azulejos conmemorativos se utilizaron hasta no hace mucho tiempo atrás aunque resulta difícil encontrarlos porque su fragilidad hace que se rompan fácilmente.
En este caso lleva impreso solo el viejo logo de la empresa sin fecha alguna que nos ayude a identificar cuando fue impreso.
El birrete perteneció a Antonio Valdés quien trabajaba en el área marítima de la empresa, puntualmente en Caleta Cordova se encargaba de ajustar el manguerote de la boya sueca al buque tanque. Hoy es uno de los recuerdos que guarda su familia. La flota ypefiana nació ante la necesidad de trasladar la producción de crudo hacía las refinerías y polos industriales. A mediados de la década del 50 dicha flota incluso cumplió misiones internacionales llegando a puertos tan distantes como el Mar Negro. En la década del 90 tras la privatización de la empresa la flota fue vendida.
La placa que ilustra nuestra nota se encuentra en los actuales estudios de Radio Universidad donde antiguamente funcionaba una de las Proveedurias de YPF, es una réplica de la original que se encuentra en el Museo Nacional del Petróleo.
En este aniversario elegimos recuperar estos pequeños objetos de valor incalculable para quienes los guardan porque en ellos reside la memoria y la historia. Eso que llamamos pertenencia