(Depetroleo-Gonzalo Díaz). En medio de las conversaciones y especulaciones acerca de cuántos barriles más de crudo iraní se eliminarán de los mercados globales una vez que las sanciones de Estados Unidos se hagan efectivas el próximo 6 de noviembre, algunos analistas destacan que nuevos factores geopolíticos han impulsado tanto al mercado como a la oferta.
La semana pasada, en la Semana de la Energía de Rusia en Moscú, los ministros de energía de Arabia Saudí y Rusia, consideraron que el aumento del riesgo geopolítico está impulsando el reciente aumento de precios de crudo, en un momento en el que hay suficiente oferta de mercado. Por supuesto, la noción de "suministro suficiente" se pondrá a prueba pronto, al igual que la capacidad de producción de Arabia Saudí y la OPEP para mantener esos niveles de producción.
El viernes pasado, los valores del Brent se estabilizaron en los u$s 84 por barril, un valor de referencia que podría marcar el comienzo de la interrupción de suministros en las economías desarrolladas, donde el dólar estadounidense y el alza del petróleo ya están creando serias dificultades financieras, especialmente en Asia, incluyendo fundamentalmente en Filipinas, Vietnam y la India.
Sin embargo, en el futuro, los fundamentos de la oferta y la demanda, serán el factor decisivo de cualquier aumento de precios en el mercado global. El mercado tiene nerviosismo no sólo por lo que ocurre en Irán sino también en Nigeria, Libia y Venezuela (todos miembros de la OPEP), lo su hace que muchos analistas pronostiquen un valor para el Brent de u$s 100 a fín de año.
En este punto, un barril a u$a 100 sería un regalo de Año Nuevo no deseado que arrojaría más agua fría al crecimiento económico mundial, particularmente para los mercados emergentes. Además, el incremento de los precios del crudo también podría desacelarar el crecimiento de la economía estadounidense. Sin duda, es un punto de vulnerabilidad para la Casa Blanca a medida que se acerca el ciclo de elecciones de medio término el próximo mes, y las elecciones presidenciales de 2020.
La guerra comercial en curso con China también podría tener un impacto marginal en el crecimiento económico de Estados Unidos, pero en la misma medida que un periodo de precios más altos y prolongados del petróleo y combustibles, que puede causar estragos en los bolsillos de los consumidores.
China también es un factor de oscilación en el lado de la demanda de la ecuación del crudo iraní (global), la importante petrolera estatal china Sinopec, principal refinadora de Asia, indicó que podría ceder a las presiones de Washington y recortar parte de sus compras a Irán.
Según algunos trascendidos, Sinopec reduciría en 120.000 barriles diarios sus cargas de crudo iraní. Un equivalente al 20% de las importaciones diarias de China desde Irán en 2017, la reducción más profunda de China en las exportaciones de crudo procedentes de la República Islámica.
Estos números representan un duro golpe para Teherán, que ha contado con China como su principal cliente para mantener sus exportaciones de crudo, al tiempo que los compradores europeos y otros asiáticos reducen sus compras para evitar las sanciones de la administración Trump.