"Durante mucho tiempo, la política energética ha operado sobre la base de falsas especulaciones, que decía que nuestro país ha estado agotando nuestras reservas energéticas. Las innovaciones y nuevas tecnologías nos han dado acceso a una gran cantidad de recursos."
De esta forma, mediante un comunicado de la Casa Blanca, la administración Trump expresaba la necesidad y oportunidad de comenzar la llamada "Revolución Gasifera".
En los primeros cinco meses en la presidencia de EEUU, Donald Trump ha estado tomando distintos pasos tendientes a eliminar pesadas e innecesarias barreras legislativas, burocráticas y administrativas que según la actual administración, han impedido al país del Norte conseguir independencia energética y prosperidad económica.
La salida del Acuerdo de París, que establece restricciones en la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), la permanencia de EEUU en ese acuerdo podría haberle costado alrededor de tres billones de dólares hasta el 2040, según estudios, y por lo tanto una masiva pérdida de puestos de trabajo en el sector industrial.
Así mismo, el Presidente Trump ordenó desmantelar una serie de regulaciones energéticas, al ordenar a la Agencia de Protección Ambiental revocar el Plan de Energía Limpia (Clean Power Plan, en inglés) impulsado por Barack Obama. Se calcula que la aplicación de este plan podría haber incrementado las tasas de facturación eléctrica un 14%.
Además, Trump ordenó acabar con la moratoria propuesta por Obama al "leasing" de tierras fiscales para la producción de carbón. Esta moratoria hubiera costado billones de dólares de acuerdo al informe de Casa Blanca.
"Juntos vamos a empezar una nueva revolución energética: una revolución que celebrará la producción estadounidense en suelo estadounidense." citó el comunicado de Casa Blanca.
Marcando un posicionamiento totalmente diferente a su antecesor, el Presidente Trump da por sentado las bases de un nuevo paradigma para el sector industrial, en este caso energético. Un sector que durante la actual administración, ha sido el motor de la recuperación económica de EEUU. Desde 1953, el país del Norte ha sido netamente importador de energías, de allí radica la importancia de esta llamada "Revolución Gasifera", la cual convertiría a EEUU en líder exportador a nivel mundial de Gas Natural Licuado (GNL) hacia 2020.
Paralelamente, el cambio e impulso de esta nueva matriz productiva, creará millones de posibilidades laborales de forma directa e indirecta además de los 6.4 millones de puestos de trabajo creados hasta ahora, impulsados y vinculados a el sector energético, con ganancias estimadas a los 118.000 millones de dólares.