(Depetroleo-Gonzalo Díaz). La industria petrolera de Brasil es crucial para su economía y para la recuperación económica. La producción de petróleo y gas natural es responsable de aproximadamente una séptima parte del producto interno bruto y un poco más de una décima parte de las exportaciones de Brasil en valor. El último colapso del precio del petróleo(1), que comenzó en marzo de este año, obligó a las compañías de energía a controlar el gasto, reducir los costos y cerrar las operaciones no económicas.
El atractivo cada vez menor de invertir en la industria petrolera de Brasil se puede atribuir al mandato de Petrobras, controlado por el estado, para concretar proyectos previos y con problemas de contratos de producción compartida y precios de bonificación. Ese atractivo menguante, particularmente con respecto a los prolíficos depósitos de presal, se está acelerando debido a Covid-19 y la última caída del precio del petróleo.
Antes del estallido de Covid-19 y la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia(2), un auge petrolero de proporciones monumentales estaba en marcha en Brasil, la economía más grande de América Latina. Los economistas y analistas de la industria desde 2018 especulaban que sería el más grande en la historia de América Latina. Incluso hubo signos de que la creciente producción de petróleo de Brasil podría desafiar a la OPEP.
La inversión en la industria petrolera de Brasil ha estado disminuyendo desde fines de 2019 a pesar del auge de la producción y las exportaciones de petróleo. Ese deterioro se acelerará debido a la última caída del precio del petróleo y la actual pandemia de coronavirus. Esto se está amplificando por la rápida propagación de Covid-19 en Brasil. El viernes pasado, el regulador de la industria petrolera de Brasil, la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil (ANP) confirmó en un comunicado de prensa de Reuters que hubo 1.427 casos de coronavirus entre trabajadores petroleros en alta mar(3).
El Covid-19 es un desastre para Brasil, pero el impacto en la industria petrolera del país más poblado de América Latina no ha sido tan severo como se esperaba. Eso, junto con un aumento inesperado en la demanda de petróleo brasileño de China, amortiguará las consecuencias económicas de la pandemia. La resistencia de la industria petrolera de Brasil a un entorno operativo tan desafiante es una advertencia a la OPEP de que el cartel ya no puede controlar el suministro mundial de petróleo y, por lo tanto, los precios. Si bien los últimos desarrollos frenarán el crecimiento de la industria petrolera de Brasil, no evitarán que ocurra el tan esperado boom histórico.